
Cuando vivimos o conocemos a alguien que padece este terrible trastorno, nos preguntamos: ¿La depresión se cura? ¿Tiene algo de bueno sufrir una depresión?
¿Me puede aportar algo haber tocado fondo?
La respuesta a las tres cuestiones es que sí: la depresión se cura y me puede aportar algo bueno haber sufrido tanto. El haber vivido este proceso puede ayudarnos a mejorar como personas (aquello de “no hay mal que por bien no venga”).
Cuando nos sentimos tristes, sin ánimo y sin fuerzas… Hay dos requisitos fundamentales para mejorar. Son:
PRIMER REQUISITO: Conocerse y entender la propia historia. ¿Para qué? Para analizar los motivos que hayan podido influir en el desencadenamiento de la depresión. Debemos tener en cuenta que siempre hay “algo” que nos ha rebasado.
Otro requisito consiste en
SEGUNDO REQUISITO: Elaborar los miedos y las carencias afectivas (es decir: ¿Qué temo que me ocurra? y ¿Qué necesito sentir o Qué le falta a mi vida?).
Este acto de reflexión nos lleva directamente a:
Asumir la propia responsabilidad: porque lo que nos pasa depende en gran parte de nuestras decisiones)
Y a desarrollar intereses propios (lo que yo realmente quiero, no lo que la sociedad o Fulano esperan de mí).
Por tanto, vemos que la curación da lugar a una profunda reflexión sobre la propia existencia y un replanteamiento de mi forma de vida y de mis relaciones.
Lo que nos lleva a exclamar “soy otra persona”.
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