CHINA ENVÍA A SU PRIMERA
MUJER ASTRONAUTA AL ESPACIO
En su cuarta misión espacial tripulada, China ha lanzado este sábado a tres astronautas a bordo de la nave Shenzhou 9, incluyendo a su primera mujer. Tras su correspondiente cuenta atrás en mandarín, el cohete Larga Marcha 2F fue disparado a las 18.37 horas (12.37 en España) desde el centro de lanzamiento de Jiuquan, enclavado en el borde del desierto del Gobi en la provincia de Gansu, al noroeste del país.
Esta expedición es la más ambiciosa y compleja hasta la fecha porque los «taikonautas», como se denomina a los astronautas en mandarín, se acoplarán en órbita al laboratorio espacial chino que gravita en torno a la Tierra, a unos 343 kilómetros de altura. Mientras uno de ellos permanece en la cápsula por si ocurre alguna incidencia, los otros dos pasarán 13 días en dicho laboratorio realizando pruebas médicas y experimentos sobre los efectos de la falta de gravedad en el cuerpo humano.
«El acoplamiento manual es un examen tremendo para la habilidad de los astronautas a la hora de determinar la posición espacial, la coordinación visual y sus aptitudes psicológicas», explicó el jefe de la misión, el comandante Jing Haipeng, que ya ha participado en otra expedición anterior.
El programa espacial chino avanza
Desde un punto de vista técnico, la misión revela los extraordinarios progresos del programa espacial chino, que sin embargo han quedado eclipsados por la expectación que ha suscitado la presencia de la astronauta Liu Yang. A sus 33 años, y con dos de entrenamiento intensivo, esta piloto de las Fuerzas Aéreas se convierte en la primera china en volar al espacio. Entre sus méritos, debidamente publicitados por la propaganda estatal, destacan que una vez protagonizó un aterrizaje de emergencia después de que una bandada de pájaros chocara contra la cabina de su avión y averiara uno de sus motores. «No os decepcionaremos. Trabajaremos juntos para cumplir esta misión con éxito», prometió a los periodistas congregados en el centro de lanzamiento desde detrás de un cristal protector.
Para ello, la tripulación ha practicado la difícil maniobra del acoplamiento hasta 1.500 veces en un simulador, llegando a entrenarse durante 16 horas al día. «Una mirada, una expresión facial, un movimiento… nos entendemos de inmediato», indicó el responsable de la expedición.
PUBLICADO POR LOLA GONZÁLEZ.
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