Violadas, silenciadas
y olvidadas
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Centenares de mujeres fueron vejadas durante
la guerra entre el Gobierno y los m aoístas
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HRW denuncia los casos en un informe y exige
reparación y justicia para las víctimas
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El padre de Diksha era maoísta. En 1999, en pleno conflicto
entre la guerrilla comunista y el ejército de Nepal, la policía la
detuvo siendo menor de edad cuando una veintena de agentes registraron su casa.
En uno de los interrogatorios, y tras varias palizas, vino lo peor.
"Escuché a tres o cuatro hombres en el habitación. Un
oficial entró entre mis piernas, otros me sujetaron las manos, alguien cerró mi
boca". En esas dos semanas bajo custodia, Diksha recuerda
quela violaron al menos tres veces. Tenía los ojos
vendados, pero nunca olvidará el olor a alcohol del aliento del líder, un
inspector.
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La historia de Diksha es la de centenares de mujeres nepalíes
que fueron violadas durante la guerra que sufrió el país entre 1996 y 2006 y
que dejó más
de 15.000 muertos y al menos 1.300 desaparecidos. Ahora, Human
Rights Watch y la organización nepalí Advocacy Forum recogen las voces de 50 de
ellas en un informe titulado 'Silenciadas y olvidadas: supervivientes de la
violencia sexual durante el conflicto de Nepal'.
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Brutalidad en tiempos de
guerra
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Mamta, en 2001, Shona y Bipasha, en 2002, Daya, en 2003... los
pseudónimos de las víctimas y las fechas se suceden entre unos testimonios que
dan fe de la brutalidad utilizada en tiempos de guerra contra las mujeres.
Muchas eran menores
de edad cuando sufrieron agresiones sexuales de
todo tipo. HRW ha documentado violaciones en grupo, sexo anal y oral forzado o
violaciones con objetos. Manorama fue violada
en 2002, sólo 11 días después de haber dado a luz. Dos
militares realizaban una inspección rutinaria. Mientras uno vigilaba, el otro
ejercía su poder a la fuerza para después turnarse. "No
se lo digas a nadie o lo volveremos a hacer". Una amenaza
constante en la mayoría de relatos. Tardó cuatro años en hablarlo con alguien.
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Tanto la guerrilla maoísta como el ejército cometieron este tipo
de crímenes. Meena cuenta que los maoístas solían ir pueblo por pueblo
reclutando gente. Ella siempre se negó pero en 2004 la secuestraron. Pasó con
la guerrilla cuatro meses siendo el objeto
de diversión de los rebeldes. Recuerda perfectamente que en ese
tiempo fue violada cinco veces. La primera, por tres hombres. La segunda y
tercera, por dos. Y las dos últimas, por uno. Al final, "había más mujeres
secuestradas, por lo que no tenían que compartir una mujer entre ellos".
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Miedo al rechazo social
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La mayoría de denuncias por violencia sexual no fueron
documentadas durante el conflicto. El miedo a presentarse en comisaría o al rechazo
social, así como las trabas judiciales que se les presentaban, empujaron a las
mujeres a guardar silencio y vivir con ello. Quedaron prescritas, en el olvido.
Y, por ahora, así seguirá, ya que Nepal cuenta con una ley que no permite
denunciar una violación pasados 35 días del crimen.
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El Tribunal Superior del pequeño país asiático le pidió al
Gobierno que revisase una norma que considera fruto de la "sinrazón",
pero no se ha avanzado en este sentido. Esta república asiática ha firmado
convenios internacionales que condenan la violencia sexual y su Código Penal castiga la
violación pero sólo si es penetración vaginal. "Durante
más de 10 años, estas mujeres han sufrido en silencio y vivido atemorizadas,
mientras sus agresores están en libertad", dijo Meenakshi
Ganguly, directora de HRW en el Sur de Asia, al presentar el
documento en Katmandú.
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Las mujeres que sufrieron violencia sexual durante el conflicto
no fueron incluidas en el programa de indemnizaciones que lanzó el Gobierno, en
el que sí están las familias de los muertos y desaparecidos. Tampoco existen
programas psicosociales de los que se puedan beneficiar. Algunas cuentan que,
desde que fueron violadas, sufren una constante
violencia verbal y física a manos de sus maridos, que las ven
como algo sucio e impuro.
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Mientras el país se divide entre quienes exigen la rendición de
cuentas y quienes prefieren hacer borrón y cuenta nueva, las víctimas se
agarran a la Comisión
de la Verdad y la Reconciliación para que se investiguen las
violaciones de los derechos humanos en el conflicto. Basanti (1999), Gayatri
(2001), Beena (2002), Santoshi (2006)... todas tendrán que seguir esperando.
PUBLICADO POR ÁREA LABORAL
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