Cómo ser hombre en la nueva era del feminismo
La campaña #MeToo no sólo ha empoderado a las mujeres sino que ha obligado a replantear qué significa ser hombre hoy y qué papel deben jugar los varones en la lucha por la igualdad
Varios autores han
aprovechado el momento para reflexionar sobre la necesidad de asumir la
gran revolución pendiente del siglo XXI, la que debe definirla nueva
masculinidad
"En la cabeza de cada hombre hay un amo, una
voz inconsciente que envía instrucciones a través de un interfono. Ese
amo -escribe Grayson Perry- es el jefe del departamento que cada uno
tiene asignado en el Ministerio de la Masculinidad. Y ese ministerio
quiere mantener las reglas".
Perry es un artista ceramista
inglés, un icono cultural en su país conocido por su afición a vestirse
de muñeca y por sus provocadoras reflexiones sobre la identidad
masculina. Se acaba de editar en España su libro La caída del hombre,
un irreverente manifiesto de la masculinidad desde el feminismo que
cuestiona aquellos imperativos que los psicólogos sociales Robert Brannon y Deborah David
enunciaron en 1976 para definir el rol del hombre en la sociedad, algo
así como los cuatro mandamientos del macho: estatus social, seguridad,
agresividad y, sobre todo, no lo olvide, "nada de mariconadas".
Ya
saben, cuatro claves para ser "un hombre de verdad", cuatro condiciones
bajo las cuales todo marchaba bien o, al menos, iba según lo previsto
por aquel jefe que nos habla a los hombres a través del interfono.
A finales del año pasado, después de las primeras denuncias de acoso sexual en Hollywood contra el poderoso productor de cine Harvey Wenstein, la actriz Alyssa Milano tomó prestado un hashtag creado diez años atrás por la activista Tarana Burke, #MeToo
(Yo También), para iniciar una campaña contra las agresiones a las
mujeres que inundó las redes sociales. Más de 200.000 personas
compartieron su mensaje sólo en las primeras 24 horas. Vino después la
campaña 'Time's up' (Se acabó), millones de mujeres en
todo el mundo alzaron la voz y de repente sonaron todas las alarmas en
los despachos del Ministerio de la Masculinidad.
¿Qué piensan los
hombres de todo esto? ¿Cómo deben reaccionar? ¿Cuál es su papel? ¿Qué
narices significa ser hombre en la nueva era del feminismo?
"Ante
lo que está ocurriendo lo primero que tenemos que hacer los hombres es
ponernos delante del espejo, analizarnos y darnos cuenta de la situación
privilegiada que tenemos por el simple hecho de ser hombres. Y justo
después asumir la parte de responsabilidad que nos corresponde para
transformar el statu quo", asegura Octavio Salazar, profesor de Derecho Constitucional y autor de El hombre que (no) deberíamos ser. "Ellas llevan siglos planteándose su lugar en la sociedad, nosotros nunca lo hemos hecho. La gran revolución pendiente del siglo XXI es la masculina",
insiste Salazar. "Y ese proceso sólo lo podemos hacer quitándonos todas
esas capas de cebolla, las máscaras que la masculinidad nos ha ido
imponiendo, todo lo que siempre ha implicado ser 'un hombre de verdad'".
Si el machismo perdura es porque los hombres hemos sido cómplices. Aunque no seamos acosadores ni violadores ni puteros, guardamos silencio cómplice
Nuria Coronado es periodista. En su libro Hombres por la igualdad
ha entrevistado a 16 "aliados del feminismo". Todos varones. "La
igualdad es un principio básico de la democracia y en la lucha por
conseguirla es básica y fundamental la implicación del hombre desde los
actos más cotidianos. Hay hombres que ahora cogen el altavoz y son
superfeministas. Genial, pero no se trata de que sean líderes otra vez,
se trata de que tengan consciencia de la sociedad desigual en la que
vivimos, de que sean aliados tanto en los actos más cotidianos como en
los más evidentes, que nos apoyen sin ser protagonistas porque las protagonistas, por desgracia, somos nosotras".
Octavio
Salazar recoge en su libro un "decálogo para la nueva subjetividad
masculina". Habla de la necesidad de transformar las estructuras de
poder, de que los hombres dejen de gozar de manera acrítica de sus
privilegios, dejen de estar ausentes en lo privado y de creerse
omnipotentes, que no huyan más de lo femenino, "que nos amariconemos un
poco", reclama, "en el sentido más positivo del término", que seamos
"militantes" contra la desigualdad. "Si el machismo ha perdurado
a lo largo de los siglos es porque los hombres hemos sido cómplices, en
muchos casos con nuestro silencio. Aunque no seamos acosadores ni
violadores ni puteros, hemos guardado silencio cómplice",
denuncia. "Los hombres tenemos que dejar de dar lecciones a las mujeres y
trabajar con nosotros, entre nosotros, porque estamos carentes de
modelos. Por ser 'hombres de verdad' hemos vivido muy cómodos, pero
también hemos renunciado a un montón de cosas, a lo más privado, a las
emociones. Si cada uno asume su responsabilidad daremos un paso
histórico. Y si no lo hacemos, esto se quedará así otro par de siglos".
"Así" significa que el conjunto de salarios recibidos por mujeres suma un 23% menos que el de los hombres,
que tres de cada cuatro directivos son varones, "así" es que las
mujeres aún dedican el doble de horas a las tareas del hogar que los
hombres, "así" es también que en 2017 medio centenar de mujeres fueron asesinadas en España por sus parejas o ex parejas,
que ya son 12 este año, casi un millar desde el año 2003, cuando
empezaron a recogerse estadísticas oficiales. Y "así" es que, todavía
hoy, uno de cada cuatro jóvenes considera "normal" la violencia en la
pareja y más del 20% de los españoles de 15 a 29 años cree que la
violencia machista es "un tema politizado que se exagera mucho". El año pasado se triplicó en España el número de menores detenidos por violencia machista.
Un buen hombre ya no es aquel capaz de proveer, el pilar, el cabeza de familia, la decisión última...
Dicen
los expertos que mientras las niñas son conscientes desde pequeñas de
la complejidad de su género, los niños ignoran por completo qué
significa ser hombres y crecen plácidamente acorralados en el modelo
masculino de competitividad, agresividad y fuerza. "Quizá jamás
entenderemos por qué un joven decide terminar con las vidas de otros,
pero por lo menos podemos ver un patrón que no podría ser más evidente.
Son los niños varones", escribía el cómico Michael Ian Black en The New York Times tras la última masacre en un instituto de Florida.
Gregorio Gómez
es vicepresidente de la asociación Alma contra la violencia de género:
"La única manera de solucionar el problema es la educación. Yo creía que
el feminismo era lo contrario al machismo porque nadie nos explicó
nunca lo que significaba. Mi madre los domingos le limpiaba los zapatos a
mi abuelo y todas quitaban la mesa menos él, que era el jefe de la
tribu. Era lo normal. La violencia de género me hizo ver la situación
real. El machismo es una lacra social que viene de la época de
las cavernas y los hombres tenemos que ser partícipes del cambio porque
si no, el cambio es imposible. Por puro egoísmo los hombres
tenemos que entender que el feminismo nos beneficia, nos hace mejores
personas y nos quita las cargas que el machismo nos mete en la mochila".
"El
que crea que el machismo es un problema exclusivo de las mujeres es que
no ha entendido nada", apunta Domingo Antonio Edjang Moreno. Más
conocido como El Chojin, es uno de los raperos más conocidos de España. En 2005 lanzó la canción El final del cuento de hadas contra el maltrato a las mujeres y participa regularmente en foros y talleres de feminismo.
- ¿Puede un hombre ser feminista?
-
Puede y debe serlo. Hasta que seamos no iguales, sino equivalentes,
hasta que tengamos el mismo valor. Un buen hombre ya no es aquel capaz
de proveer, el pilar, el cabeza de familia, la decisión última... Un
buen hombre es aquel capaz de acompañar a su pareja no de una manera
preestablecida, sino de la manera que decidan entre los dos. No hay unas
normas establecidas del feminismo, y eso lo complica todo, los roles
cambian para abrirse en un abanico casi infinito de posibilidades. Pero
tenemos la lógica de la igualdad, que no es un arma menor.
- ¿Y cómo acertamos con el encaje?
-
Si tomamos como fin último la erradicación del machismo por completo,
vamos a vivir frustrados una generación completa porque va a ser muy
complicado acabar con esto del todo. Los triunfos deben ir en pequeñas
dosis y esperar a que se estabilicen las aguas para saber dónde tiene
que estar cada uno.
- ¿Le da miedo como personaje público ser señalado por alguna conducta machista?
-
Yo he oído discursos feministas con los que no estoy nada de acuerdo,
auténticas salvajadas, pero a veces tienes que apretar los dientes y
callarte porque apuestas por el final del camino. Lo ideal sería que
hasta que lo consigamos no hubiera una caza de brujas pero si es el
precio que hay que pagar, pues se paga y ya está.
No es mojigatería, hay que generar una sensualidad equitativa y no de asalto. Los hombres nos hemos considerado guerreros en el ámbito sexual
Dijo Woody Allen tras
estallar el caso Wenstein y antes de ser señalado él mismo con carácter
retroactivo que temía "un ambiente de Salem donde cualquier hombre que
guiñe el ojo a una mujer en la oficina tenga que llamar de repente a su
abogado para defenderse". Decía el otro día Gay Talese,
casi con pavor, que la masculinidad ha sido completamente puesta patas
arriba por el feminismo y la corrección política. Y dice también el
psicólogo Jordan B. Peterson que "hay una crisis de la masculinidad porque se culpa a los hombres por el mero hecho de serlo".
"El feminismo no puede dar miedo, lo que da miedo de verdad es el machismo que nos está aniquilando",
sentencia Nuria Coronado. "Somos feminazis, histéricas, exageradas...
¿Pobrecitos los hombres? ¡Pobrecitas las mujeres, que ni siquiera
podemos salir tranquilamente a la calle! Este tipo de discursos sólo
pretenden que todo siga igual para que nada cambie".
"Toda lucha por unos derechos se tiende a radicalizar, pero es normal. Y está bien que nos pellizque a veces. Si molesta, por algo será. Algo se ha puesto alerta y es clave para que haya una consciencia de género", asegura Salazar.
"Cuando tomaron la Bastilla en 1789 seguro que los reyes absolutos también estaban muertos de miedo", bromea Ritxar Bacete, autor del libro Nuevos hombres buenos,
un ensayo en el que radiografía una sociedad en la que el mero hecho de
nacer con pene te construye una identidad sexista. "También las mujeres
han sido educadas en esa cultura machista, por lo que el proceso de
emancipación ha de ser colectivo. Yo planteo el #WeToo (Nosotros
También) porque pedirle a un hombre que ahora se calle o dé un paso
atrás cuando jamás hemos alzado la voz contra este modelo de
masculinidad tóxica es muy poco operativo".
"Es normal que haya
cierto sensación de desasosiego entre los hombres porque todo aquello en
lo que hemos sido socializados desde niños se tambalea", insiste
Bacete. "Si las mujeres mueven el tablero, nosotros nos movemos y nos
tiemblan las piernas. Pero el gran miedo no es a lo que digan las mujeres de nosotros sino a no tener claro cuál es el papel que nos toca jugar ahora".
- Hay quien denuncia que el nuevo feminismo nos conduce al puritanismo.
- Esto no tiene nada que ver con la mojigatería ni con la pérdida de la sensualidad. Se trata de generar una sensualidad equitativa y no de asalto.
Los hombres nos hemos considerado guerreros en el ámbito sexual y hay
que empezar a pensar como compañeros. La revolución de las mujeres ha
venido a cambiar la masculinidad, que atraviesa una crisis muy profunda.
El feminismo ha venido a liberarnos a nosotros también.
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