Digitalización e igualdad de género
El Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades dispone de un banner que bajo el título Mujeres en cifras muestra un conjunto de indicadores que evidencian la situación de las mujeres en diversos ámbitos de la vida social.
El apartado Educación
 nos ofrece el dato del alumnado universitario matriculado (ciclo y 
máster) para el curso 2016-2017. En ese periodo había matriculadas 
919.162 mujeres frente a 764.376 hombres. Dato este muy revelador tanto 
del impulso creciente de las mujeres, como del resultado de las 
políticas de igualdad en nuestro país. No obstante, cuando accedemos al 
dato concreto, en la misma página bajo el epígrafe de "alumnado 
matriculado según rama de enseñanza", el porcentaje de mujeres 
matriculadas en las ramas de ingeniería y arquitectura ofrece la escasa 
cifra de un 25,56 % del total para el mismo curso académico. En lo 
referente a las matemáticas la situación apenas mejora con un 47 % de 
mujeres frente a hombres, 4 puntos por encima de la UE, dato relevante, 
si bien pone de manifiesto que todavía existe una cierta brecha de 
género según en qué áreas de estudio.
En la actualidad estamos viviendo una revolución tecnológica que ya 
está afectando al universo del trabajo. El debate está en plena 
ebullición, de forma que algunos teóricos opinan que las nuevas 
tecnologías van a ocasionar una destrucción de empleo sin precedentes y 
que muchos de los que conocemos en la actualidad van a desaparecer. 
Otros consideran que la digitalización de la economía provocará una 
mayor precarización del mundo laboral y en concreto del femenino. Por 
último, otros estiman que la mencionada disminución de las ocupaciones 
no va a ser tal sino que lo que va a suceder es que muchos de los 
trabajos actuales se transformarán en otros diferentes de nuevo cuño que
 requerirán de nuevos conocimientos y habilidades, todas relacionadas 
con las específicas de los estudios STEM (acrónimo inglés de: ciencias, 
tecnología, ingeniería y matemáticas). Esta última aproximación es la 
que está tomando mayor auge por lo que parece fundamental reforzar la 
presencia de mujeres en este ámbito de la formación si no queremos 
retroceder en los niveles de igualdad hasta ahora alcanzados.
Cada
 vez que se produce un cambio de paradigma industrial suele ser el 
empleo femenino el que más se resiente, fenómeno por otra parte, ya 
conocido. Así fue durante la industrialización cuya transformación 
afectó de lleno a las mujeres reemplazando sus trabajos –por ser menos 
cualificados y más mecánicos- por máquinas.
La digitalización de nuestras empresas es ya una realidad que puede mejorar la posición de las mujeres o empeorarla...
La
 segregación por género de los estudios universitarios (unos más 
demandados que otros por el mercado laboral y en los que las nuevas 
tecnologías van a imponer su ley), puede revertir lo conseguido en 
materia de equiparación de rentas laborales entre hombre y mujer a medio
 y largo plazo. El empleo futuro no va a ser tan benévolo con aquellos 
estudiantes de materias con escaso contenido STEM como lo han sido en el
 pasado, siendo en estas áreas de formación en las que nos encontramos 
con menor presencia femenina.
La actitud frente al cambio 
tecnológico difiere según géneros y el motivo está pendiente de 
análisis. No será que las mujeres no tengan predisposición a la 
ingeniería (ingeniería proviene de ingenio y ¿qué sería de un ingeniero 
sin ingenio?) y las mujeres han demostrado un ingenio fuera de cualquier
 duda a lo largo de la historia, entre otras cosas como gestoras de la 
economía doméstica en tiempos de escasez. No existe un criterio 
científico que explique esa diferencia de actitud por lo que corresponde
 a los poderes públicos y en concreto a los responsables tanto de las 
políticas de igualdad como de las de educación, ofrecernos algo más allá
 que las simples cifras por lo que habrán de tomarse iniciativas para 
equilibrar la presencia de la mujer en los estudios STEM y así terminar 
con la actual segregación dado que de persistir esta brecha se sufrirán 
consecuencias no deseables en lo relativo a la igualdad en las futuras 
oportunidades de empleo en nuevos sectores y ocupaciones tecnológicas.
La
 digitalización de nuestras empresas es ya una realidad que puede 
mejorar la posición de las mujeres o empeorarla. Los poderes públicos no
 se deben conformar con la idea de que las mujeres superan 
cuantitativamente a los hombres en la universidad, tienen que centrar la
 atención en la segmentación de los datos y tomar la iniciativa y el 
liderazgo para que la actitud –que no aptitud- de las mujeres ante los 
estudios STEM cambie. En este momento el peso para que esto se modifique
 parece recaer en algunas pocas mujeres influyentes como la matemática 
Clara Grima, pero con iniciativas individuales y aisladas no parece 
bastar. También en esto estamos esperando a los políticos cuya 
estrategia de la crispación obliga a que estén cada vez más ocupados de 
lo circunstancial y más alejados de lo esencial. Los ciudadanos seguimos
 esperándoles y no hay tiempo que perder.

Comentarios