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“España no se ha tomado en serio su baja natalidad”

La socióloga e investigadora madrileña, que acuñó el concepto de cuidatoriado, considera que las mujeres requieren “otra sociedad y cambios en cada plano”.

 

María Ángeles Durán (Madrid, 76 años) lleva toda la vida siendo pionera. Fue de las primeras en investigar la situación social de las mujeres y el trabajo no remunerado, con un concepto como cuidatoriado, esa ocupación opaca a las estadísticas que descansa normalmente sobre las espaldas de esposas o madres que atienden a enfermos o menores y cuyo esfuerzo equivaldría a 28 millones de empleos, según sus cálculos. Fue la primera que logró una cátedra de Sociología en España en 1982. Este 30 de enero recogió el Premio Nacional de Sociología. Era la primera vez que se distinguía a una mujer con ese reconocimiento. La doctora en Ciencias Políticas recibió a EL PAÍS en su casa el martes.

Pregunta. Defiende que entender el cuidado como una actividad esencial es una revolución.
Respuesta. El cambio es abismal porque afecta al sistema productivo y a nuestros códigos éticos y estéticos. La responsabilidad moral de cuidar la sienten con mucha más fuerza las mujeres, mientras que los varones no han socializado este principio ético, no lo perciben con la misma fuerza. Es un cambio absoluto en todo, hasta del lenguaje.
P. ¿En qué sentido?
R. Toda la terminología administrativa que habla de sujetos activos e inactivos. Las amas de casa son inactivas y trabajan muchísimas más horas. O el concepto de productividad. Parece que el trabajo de cuidar un niño o aliviar el sufrimiento de un enfermo fuera improductivo. Hay que redefinirlo todo.
P. ¿España está tratando con la profundidad adecuada el problema de la baja fecundidad?
R. Por una parte, no basta con que un Estado quiera tener más hijos, salvo que sea una situación totalitaria y exija a las mujeres tener más. Pero pueden fomentarlo. Francia tenía un problema de una natalidad muy baja y el Estado tomó una serie de medidas, como revisar la conciliación o crear servicios públicos accesibles. Mientras los niños requieren muchísimas horas de cuidados, cualquier mujer asalariada con ingresos bajos no puede pagar a alguien que la sustituya. Así que, o hay servicios públicos o no hay nada que hacer para aumentar la natalidad. En España no se ha tomado en absoluto en serio el tema de la baja natalidad y fecundidad. Tenemos 1,3 hijos por mujer de media; haría falta un mínimo de 2,1. No es razonable creer que con esos índices vayamos a sostener las pensiones, es imposible. Incluso la aportación de los inmigrantes es muy insuficiente para compensar. Mientras no haya ayuda, las parejas no colaboren mitad y mitad y no haya estímulos de todo tipo, no tenemos suficiente natalidad para mantenernos en el número de habitantes que éramos.
P. ¿Cuál cree que es el mayor factor de cambio social en este momento en España?
R. Las mujeres y los inmigrantes. Las mujeres, al haber accedido a la educación y después al empleo, requerimos una sociedad nueva y cambios en cada plano. Cuando recogí el otro día el premio señalé que el lenguaje me resultaba incómodo. Hice la broma de decir que no sé si soy una de los. No tengo por qué llamarme a mí misma uno y tampoco una de las, la Academia lo prohíbe porque los anteriores eran todos varones. Me siento muy incómoda con los plurales porque me niegan, no me incluyen. Tienes que hacer un esfuerzo que los hombres no hacen. En cambio, me encanta el laísmo. Si alguien dice: “La dio una puñalada”, me queda clarísimo que se la dio a una mujer.
P. ¿Qué espera de movilizaciones como el 8-M o el Me Too?
R. El año pasado fue magnífico en ese sentido el 8 de marzo, porque había muchísimas chicas jóvenes. Quedó claro que no es una cosa de abuelas, que hay una juventud que reclama cambios. Y por primera vez, en las pancartas se incorporaba el tema de cuidados y el trabajo dentro de casa como una reivindicación. Creo que continuará el movimiento aunque con un poco menos de atención mediática.
P. Usted auguraba en 2005 que las mujeres españolas dejarían de ser vivíparas, que el embrión iría a una cubeta. Era una forma de avanzar el tema de vientres de alquiler.
R. La tecnología más importante que ha cambiado la vida a las mujeres es toda la relacionada con el sistema reproductivo. Una mujer que tiene el control de la reproducción no se parece en nada a una que no lo tenía. La tecnología apenas ha hecho más que empezar en el campo reproductivo, en algunos casos con horribles resultados para las mujeres. La aplicación de las ecografías en algunos países ha causado el aborto de millones de niñas en sitios donde no había aprecio por ellas o solo se podía tener un hijo. En las gráficas de las pirámides de población se notan perfectamente los mordiscos de los abortos selectivos de niñas. Ahora todos los países tienen leyes que lo prohíben. Los vientres de alquiler son una de las posibilidades, pero están muy debatidos.
P. ¿Cómo lo abordaría?
R. Es muy complicado. Casi todo el mundo está en contra y en cambio pienso que si es por solidaridad debiera de estar permitido. Una pareja que quiere tener un hijo y no puede tenerlo por sí misma, por qué se va a prohibir que alguien por afecto les ayude.
P. La dificultad es garantizar que se hace por afecto.
R. He empezado por ahí. Si no fuera por eso, pues todo en la vida se compra y se vende. ¿Qué es la prostitución más que una venta de la sexualidad? Más venta que esa no hay y no está prohibida.
P. Se jubiló en 2012. Pero no ha dejado de trabajar.
R. Trabajo igual que antes. Han sido años maravillosos excepto económicamente, que son horribles porque mi jubilación es la mitad que mi salario. En muchos casos he tenido que pagar con mi pensión los gastos de apoyo de secretaría de publicar un libro. Me parece un desastre para el país que muchos trabajadores que están en muy buenas condiciones y que desean seguir trabajando sean expulsados del sistema solo por alcanzar una edad. Es una pérdida enorme colectiva. Dentro de nada vamos a tener más población que está jubilada que población activa. No tiene sentido.

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